domingo, 17 de enero de 2016

NI TRASVASE NI CONCESIÓN, SOLO VIDA


 Río Arevalillo un año que tenía corriente.

NI CONCESIÓN NI TRASVASE, SOLO VIDA
Texto: Luis José Martín García-Sancho.
 
Un sistema natural sobreexplotado es aquel del que se extrae más de lo que puede producir.
Si de un sistema natural, pongamos un acuífero, se bombean 94 hectómetros cúbicos al año, siendo el recurso disponible 72 hm3, y siendo el retorno anual tan solo de 38 hm3, se puede decir que está sobreexplotado, pues solo retorna una parte muy pequeña de que se saca y el nivel de la capa freática irá decreciendo año tras año.
Este ejemplo no es inventado, corresponde al acuífero de los Arenales del que nos abastecemos una buena parte de los municipios de nuestra comarca y de otras vecinas con las que compartimos esta gigantesca, pero limitada, bolsa de agua subterránea, tal y como se puede comprobar en la siguiente tabla perteneciente a un estudio realizado por la Confederación Hidrográfica del Duero para la elaboración del Plan Hidrológico.
tabla 50. Valoración del estado cuantitativo de las masas de agua subterránea
Esta sobreexplotación acarrea ciertas consecuencias:
1.- Descenso del nivel de la capa freática que, por tanto, estará cada vez más profundo.
2.- Mayor coste en la extracción de las aguas subterráneas ya sea para usos agrícolas: regadíos, o humanos: agua de boca. Ya que cada vez se encuentra a mayor profundidad.
3.- Desaparición de aguas superficiales, ya sean ríos, arroyos y manantiales o zonas húmedas como lagunas, lavajos, bodones y charcas.
4.- Contaminación de acuíferos: sea de forma natural por el aumento de la concentración de arsénico ante la disminución del nivel de la capa freática, o inducida por los usos agropecuarios, sea en forma de abonos nitrogenados o de los purines resultantes de las explotaciones ganaderas. En ambos supuestos se puede provocar el aumento en la concentración de derivados del nitrógeno, nitratos o nitritos, en las aguas subterráneas lo que las convierte en no potables.
5.- Disminución de la diversidad ecológica al desaparecer espacios naturales acuáticos. Lo que supone la pérdida a nivel local de varias especies de fauna y flora relacionadas con el agua.
6.- Desaparición de los aportes de arenas y limos necesarios para la fertilidad de los suelos que antes eran depositados de forma natural en cuencas de ríos o lagunas con las crecidas periódicas de las mismas.
Poza  de aguas permanentes que se formaba en la pradera de los huevos en el río Arevalillo
 
Está más que comprobado que toda el agua captada por el acuífero superficial beneficia al profundo, de la misma manera que toda el agua extraída del acuífero profundo perjudica al superficial. Por eso en acuíferos sobreexplotados se produce la lenta pero constante desaparición de las corrientes superficiales de agua, sean ríos, arroyos o manantiales o, también, la desaparición o desecación de áreas inundables, es decir humedales: Lagunas, lavajos, bodones o charcas. Zonas estas últimas por donde se producía la descarga natural de los acuíferos, hoy en día prácticamente inexistente o relegada únicamente a periodos excepcionalmente lluviosos.
En el recuerdo de todos está aquel río que hace años corría y ahora no, esas frondosas riberas llenas de flora y fauna, esas pozas de aguas permanentes hoy desaparecidas donde había peces y cangrejos durante todo el año, o esas lagunas repletas de parros escondidos entre eneas, juncos o carrizo. Una gran parte de estas zonas ligadas al agua, ahora no son más que un recuerdo de lo que fueron.
Existiendo, como existe, una infraestructura hidráulica como la balsa de Nava de Arévalo que tiene un desagüe en el río Arevalillo, soltar agua a este río no tiene mayor complicación que la de abrir un grifo. De hecho de forma puntual, años atrás, ya se ha soltado agua desde esta balsa para regadío.
Desagüe que tiene la balsa de Nava de Arévalo al río Arevalillo.
 
Por lo tanto dotar al río Arevalillo de un caudal ecológico permanente es posible, es beneficioso, es necesario y, además, no entraña ninguna dificultad, más que la de tener la voluntad de hacerlo.
Me extraña mucho que haya voces medio oficiosas medio oficiales, incluso desde el ayuntamiento de Arévalo o desde la Confederación Hidrográfica del Duero, que digan que el caudal ecológico solicitado para el río Arevalillo no es tal sino que es un trasvase o que se trataría de una concesión de agua.
Ni una cosa ni la otra, a ver si se aclaran: Lo que se ha solicitado para el río Arevalillo desde la asociación la Alhóndiga de Arévalo es un caudal ecológico, es decir, dotar a un río de una corriente mínima de agua de forma permanente.
Bien, un trasvase es llevar agua de una cuenca a otra. En ese caso, el río Arevalillo pertenece a la subcuenca del Adaja, el agua de la balsa de Nava de Arévalo lo traen del río Adaja, concretamente, desde la presa del Batán a través del canal de las Cogotas y, por tanto, el agua del Adaja que se suelta en el Arevalillo desde la balsa de Nava de Arevalo, acaba en el Adaja en el paraje conocido como la Junta, justo debajo del castillo de Arévalo: No hay trasvase.
Río Adaja con su caudal regulado desde la presa del Batán.
 
Tampoco se puede ni se debe considerar concesión de aguas, no tiene ningún sentido. Una concesión se da  cuando se va a explotar el agua con algún fin, por ejemplo, a un Ayuntamiento porque va a cobrar a los particulares el agua que utilizan en sus casas, a un agricultor porque va a regar sus cultivos, a una industria minera porque va a lavar las gravas o las arenas extraídas; es decir se otorga la concesión con fines recaudatorios porque el agua concedida procurará un servicio o un beneficio y eso debe tener un coste para el usuario. Pero en este caso el agua que se solicita es para la recarga del acuífero, para mejorar la calidad de vida de la comarca, aumentar la biodiversidad de las riberas y beneficiar al turismo en enclaves tales como el parque fluvial de Arévalo y, por tanto, si una corriente de agua beneficia al bien común, a la colectividad, no tiene ningún sentido llamarla concesión, ni que el peticionario pague por ello ya que, si esto fuera así, todos los municipios que posean en su término municipal una corriente de agua regulada por cualquier tipo de infraestructura hidráulica deberían pagar por ello: absurdo, ¿verdad?
También estas voces medio oficiosas medio oficiales, vienen a decir que con el caudal ecológico solicitado para el río Arevalillo se robaría el agua a los agricultores del regadío de las Cogotas, que el agua soltada al Arevalillo amenazaría a sus cultivos.
Rotundamente falso, nada más lejos de la realidad ni de la intención de esta solicitud. Se pide agua adicional para soltarlo desde la balsa, no que el agua soltada se reste de la que se utiliza para el regadío. De tal manera que si los regantes necesitan diez y el río uno, en la balsa se deben meter once.
Además, como se sabe, el río Adaja tiene un caudal regulado desde la presa de las Cogotas y desde la presa del Batán, aguas abajo de esta. En caso de escasez sería tan fácil como que el agua que se suelta al Adaja, para dotarle de un caudal ecológico y abastecer a municipios situados aguas abajo, se reparta entre el propio río Adaja y el río Arevalillo a través del canal de las Cogotas, tal y como se solicita, porque esta agua vuelve al Adaja en Arévalo y pueblos situados aguas abajo, como Medina u Olmedo, no saldrían perjudicados ya que contarían con la misma cantidad de agua.
Con este caudal ecológico aumentaría claramente la superficie de recarga del acuífero de los Arenales, como ya se ha dicho antes, con problemas de sobreexplotación y contaminación, lo que haría que mejorara sensiblemente.
Pero de todas maneras, no entiendo qué problema hay en que se suelte agua al río Arevalillo, se quiera llamar como se quiera llamar, ¿dónde está el problema?
Yo personalmente no veo ningún problema y sí muchos beneficios, estos son algunos de los más evidentes:
Laguna de El Oso, hábitat que saldría favorecido por la recuperación del acuífero.
 
- Aumento del nivel de la capa freática.
- Mejora sustancial en la calidad de las aguas para el suministro de bastantes pueblos de la comarca, ahora con problemas de contaminación por arsénico o nitratos.
- Menos coste para extraer el agua a menor profundidad lo que beneficia a la agricultura de regadío.
- Recuperación de corrientes de agua como ríos, arroyos y manantiales.
- Recuperación de humedales como lagunas, lavajos o charcas.
- Aumento de la biodiversidad, ya sea de la flora con el incremento de diversas especies de árboles y arbustos, o la fauna con la recuperación de peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos o invertebrados desaparecidos desde hace años por la falta de agua.
- Diversificación de la oferta turística ya que se recuperan espacios que pueden suponer para la comarca un aliciente turístico más como, por ejemplo, el parque fluvial de Arévalo que ganaría de forma notable con el agua corriendo por el río Arevalillo.
Dejando clara la verdadera intención del caudal ecológico y que no se pretende robar el agua a nadie, ni se pretende hacer negocio con él, ni pasarlo a otra cuenca fluvial y vistos todos los beneficios que acarrearía, ¿hay alguien que me pueda decir un solo inconveniente?
Sinceramente, creo que si se concede un caudal ecológico para el río Arevalillo, la vida de la comarca en su conjunto saldría ganando.
Conviene recordar que el agua no tiene dueño.

En Arévalo, a 17 de enero de 2016

Fotos: Pepe Rodríguez y Luis J. Martín

domingo, 10 de enero de 2016

EL SAPO DESPISTADO



Inagen invernal del río Adaja (3/01/2016)
 
En poco más de un semana he comprobado cuatro hechos inusuales:
- El veintinueve de diciembre, mientras paseaba con Ana por  las cuestas de Foronda algo que se arrastraba por el suelo llamó nuestra atención. Era un sapo común que intentaba encaramarse al pequeño murete sin conseguirlo dando, para ello, continuos pero torpes saltos. Le toqué con la punta del pie, comenzó a segregar un líquido viscoso que puede resultar bastante urticante.
Como durante el día había hecho muy buena temperatura y ya llevábamos varios días así, seguramente el reloj biológico del anfibio le había jugado una mala pasada y había confundido tantos días de clima benigno con la primavera. Las estrellas y el cielo raso indicaban temperaturas bajo cero durante la madrugada así que mal le iba a ir a aquel animal como no encontrase pronto refugio. Así que le cogí cuidadosamente con un pañuelo y le arrojé a las cuestas, al otro lado del muro, entre un grupo de cambroneras donde podría conseguir refugio bajo tierra. Una vez que le solté lamenté no haberle hecho una foto.
- El tres de enero, después de dar un paseo con mi hija María y su perra Noah por la senda fluvial del Arevalillo llamó nuestra atención una malva silvestre en plena floración en la explanada del castillo. Nunca hasta entonces había visto florecer a esta planta en pleno invierno ya que lo hace durante la primavera e, incluso, en verano. La estuve haciendo algunas fotos pero el aire intenso agitaba las flores y las hojas de la malva así que quedó algo movida.
Malva silvestre (3/01/2016)

- Al día siguiente, mientras paseaba a Noah por la mañana pronto, vi el murete de las cuestas de Foronda lleno de lo que parecía barro o suciedad. Pero una observación más minuciosa me hizo comprobar que lo que parecían virutas de barro en realidad eran caracoles minúsculos, de medio centímetro de diámetro, y algunos de ellos estaban unidos en lo que parecía ser una cópula. Los hice una foto con el móvil. Nunca había visto tantos caracoles juntos, se podían contar por millares y en pleno invierno. Solo las temperaturas benignas de los últimos días les pudo hacer salir en semejante cantidad con intenciones reproductoras.
Caracoles en la cuesta de Foronda (4/01/2016)
 
- Cada día, después de cerrar la tienda por la mañana, suelo tomarme un chato con Ana en alguno de los bares de la plaza, una sana costumbre heredada de mi abuelo y de mi padre y que antes estaba más generalizada entre los comerciantes de la plaza. Normalmente nos suele acompañar mi primo Julio y, a veces, su hermano Jaime. Pues bien, el siete de enero, mientras esperábamos Julio y yo a que Ana saliera de su trabajo, una mariposa recorrió los soportales de la plaza con su característico vuelo zigzagueante. Nunca había visto ese tipo de mariposa en pleno invierno. Comentamos lo loco que está el tiempo y como engaña a plantas y animales, Julio dijo que había visto en la tele que los almendros habían empezado a florecer a últimos de diciembre en el sureste español, cuando lo normal por allí es que lo hagan en febrero.
Estos cuatro hechos, aislados, seguramente no signifiquen nada pero unidos en el tiempo, en conjunto, se podrían considerar mensajes de la naturaleza que nos está intentando decir que algo está cambiando en el clima y que afecta al comportamiento de los seres vivos.
¿Seremos capaces de interpretar a tiempo lo que la naturaleza nos está intentando decir?, o seguiremos pensando que cuatro ecologistas histéricos intentan alarmar a toda la humanidad con falacias e invenciones.
Aunque siempre podremos hacer lo que hemos hecho hasta ahora: no prestar atención, mirar para otro lado.
Y si es así, ¿qué pensarán nuestros nietos de nosotros?
 
Arévalo a diez de enero de 2016
Luis José Martín García-Sancho