domingo, 10 de enero de 2016

EL SAPO DESPISTADO



Inagen invernal del río Adaja (3/01/2016)
 
En poco más de un semana he comprobado cuatro hechos inusuales:
- El veintinueve de diciembre, mientras paseaba con Ana por  las cuestas de Foronda algo que se arrastraba por el suelo llamó nuestra atención. Era un sapo común que intentaba encaramarse al pequeño murete sin conseguirlo dando, para ello, continuos pero torpes saltos. Le toqué con la punta del pie, comenzó a segregar un líquido viscoso que puede resultar bastante urticante.
Como durante el día había hecho muy buena temperatura y ya llevábamos varios días así, seguramente el reloj biológico del anfibio le había jugado una mala pasada y había confundido tantos días de clima benigno con la primavera. Las estrellas y el cielo raso indicaban temperaturas bajo cero durante la madrugada así que mal le iba a ir a aquel animal como no encontrase pronto refugio. Así que le cogí cuidadosamente con un pañuelo y le arrojé a las cuestas, al otro lado del muro, entre un grupo de cambroneras donde podría conseguir refugio bajo tierra. Una vez que le solté lamenté no haberle hecho una foto.
- El tres de enero, después de dar un paseo con mi hija María y su perra Noah por la senda fluvial del Arevalillo llamó nuestra atención una malva silvestre en plena floración en la explanada del castillo. Nunca hasta entonces había visto florecer a esta planta en pleno invierno ya que lo hace durante la primavera e, incluso, en verano. La estuve haciendo algunas fotos pero el aire intenso agitaba las flores y las hojas de la malva así que quedó algo movida.
Malva silvestre (3/01/2016)

- Al día siguiente, mientras paseaba a Noah por la mañana pronto, vi el murete de las cuestas de Foronda lleno de lo que parecía barro o suciedad. Pero una observación más minuciosa me hizo comprobar que lo que parecían virutas de barro en realidad eran caracoles minúsculos, de medio centímetro de diámetro, y algunos de ellos estaban unidos en lo que parecía ser una cópula. Los hice una foto con el móvil. Nunca había visto tantos caracoles juntos, se podían contar por millares y en pleno invierno. Solo las temperaturas benignas de los últimos días les pudo hacer salir en semejante cantidad con intenciones reproductoras.
Caracoles en la cuesta de Foronda (4/01/2016)
 
- Cada día, después de cerrar la tienda por la mañana, suelo tomarme un chato con Ana en alguno de los bares de la plaza, una sana costumbre heredada de mi abuelo y de mi padre y que antes estaba más generalizada entre los comerciantes de la plaza. Normalmente nos suele acompañar mi primo Julio y, a veces, su hermano Jaime. Pues bien, el siete de enero, mientras esperábamos Julio y yo a que Ana saliera de su trabajo, una mariposa recorrió los soportales de la plaza con su característico vuelo zigzagueante. Nunca había visto ese tipo de mariposa en pleno invierno. Comentamos lo loco que está el tiempo y como engaña a plantas y animales, Julio dijo que había visto en la tele que los almendros habían empezado a florecer a últimos de diciembre en el sureste español, cuando lo normal por allí es que lo hagan en febrero.
Estos cuatro hechos, aislados, seguramente no signifiquen nada pero unidos en el tiempo, en conjunto, se podrían considerar mensajes de la naturaleza que nos está intentando decir que algo está cambiando en el clima y que afecta al comportamiento de los seres vivos.
¿Seremos capaces de interpretar a tiempo lo que la naturaleza nos está intentando decir?, o seguiremos pensando que cuatro ecologistas histéricos intentan alarmar a toda la humanidad con falacias e invenciones.
Aunque siempre podremos hacer lo que hemos hecho hasta ahora: no prestar atención, mirar para otro lado.
Y si es así, ¿qué pensarán nuestros nietos de nosotros?
 
Arévalo a diez de enero de 2016
Luis José Martín García-Sancho

 
 

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