jueves, 16 de julio de 2015

¡QUÉ CALOR!

 foto: el periodico.com.
 

Por: José Luis Díaz Segovia
Las prolongadas y elevadas temperaturas de este verano son un tema recurrente en la calle, en las tertulias, en los medios de comunicación...
Sin embargo poco o nada se habla de las causas de este calor extremo, y las consecuencias que implica este fenómeno. Hace poco leía con detenimiento una noticia en un periódico. Un comunicado de la NASA, y de la propia ONU, advertía que si no se toman medidas drásticas y urgentes para combatir el cambio climático, la Civilización sufriría un colapso global en apenas 40 ó 50 años. Y digo civilización, porque al hablar de destrucción del Planeta cometemos un error fruto de la ignorancia. Si la especie humana desapareciese, a la Tierra eso francamente le daría igual. Las plantas y otras criaturas renovarían la vida, y esta seguiría existiendo sin nuestra presencia. Por supuesto, el artículo se encontraba escondido en un rincón perdido de un periódico, y en letra pequeña, evidenciando el desinterés por este tema.
A fin de cuentas, quien va a perder el tiempo leyendo la opinión de unos científicos chiflados, y sus locas ocurrencias. En la agenda de los dirigentes mundiales este asunto ni siquiera merece la más mínima atención. Algo lógico, si tenemos en cuenta que ellos sólo son meros rehenes, sometidos a la tiranía de quienes dirigen el Mundo desde la sombra. Las multinacionales, las grandes corporaciones, y las empresas energéticas, que no están dispuestas a perder el jugoso pastel de miles de millones de dólares que se reparten cada día. Por su parte, los ciudadanos tampoco desean renunciar a un modo de vida, basado en el derroche, el despilfarro y el consumismo compulsivo. Así pues, parece que la gran mayoría desea mantener este modelo irracional e insostenible, que nos lleva directamente el precipicio.
De aquí a tres o cuatro décadas, los pronósticos para la Península Ibérica no son nada halagüeños. Se preveen  temperaturas de 50 ó 55 grados en Andalucía, Madrid, Extremadura, Aragón… ¿Que ocurrirá si se cumple semejante vaticinio?. Sencillamente no podremos sobrevivir. Se calcula que el nivel de los mares subirá más de cinco metros. Las ciudades costeras, donde vive la gran parte de la población mundial, quedarán anegadas, lo que provocará migraciones de proporciones inimaginables. Surgirán graves conflictos por el dominio del agua. Los cultivos no prosperaran, los incendios forestales se intensificarán y los desiertos avanzarán implacables. Y este excelente caldo de cultivo facilitará el desarrollo de enfermedades e insalubridad.
Hay un principio básico que el ser humano  acostumbra a despreciar con demasiada facilidad. El principio de la prevención. Este principio rige el equilibrio en la naturaleza, y las criaturas que no lo respetan están abocadas al desastre. Pero como nosotros somos más listos, nos permitimos el lujo de hacer caso omiso a las señales y los síntomas que nos están avisando del peligro, de que algo no va bien.
Deberíamos actuar de inmediato, y sin embargo nos quedamos con los brazos cruzados, con la venda en los ojos. Existen alternativas y tecnología para prescindir del petróleo, pero las grandes empresas petroleras compran las patentes, para bloquear su utilización, de modo que tengamos que seguir dependiendo de los combustibles fósiles, que elevan los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. Y por tanto agravando el problema del efecto invernadero. Los bosques podrían mitigar y aliviar el problema, pues son sumideros gigantescos de CO2.  En España hay millones de hectáreas desarboladas, y montañas peladas. Terrenos baldíos que deberían ser ocupados por bosques inmensos. Esa debería ser una prioridad estatal, pero sólo se plantan árboles en áreas testimoniales del territorio, mientras cada verano vemos arder nuestros montes, como un espectáculo mediático de pirotecnia.
En la televisión, la radio, la prensa o internet priman otras noticias: la economía, las finanzas, el deporte, el ocio y como no, excesivas frivolidades y estupideces. Pero el cambio climático, un asunto de supervivencia global, es algo irrelevante, una noticia que no vende.
Nos hemos propuesto caminar hacia un escenario hostil y terrible, en el que sobrevivir será lo prioritario. Es entonces cuando querremos reaccionar, pero quizá será ya demasiado tarde.


jueves, 9 de julio de 2015

TRAS EL ATAQUE




 
Estuve leyendo un rato,

nubla penumbra en ático,

vinieron a mi memoria

impertinencias falaces

de otros tiempos y lugares,

inesperado trance que

ahora ya pasa.
 

Arévalo, a uno de julio de 2015
Luis José Martín García-Sancho.

sábado, 4 de julio de 2015

ESPECIES ACUÁTICAS

Salinas de Santa Pola
 
Texto y Fotos: Luis J. Martín

En el litoral alicantino podemos encontrar especies acuáticas tanto marinas como de agua dulce o salobre:
Las salinas de Santa Pola acogen a iportantes colonias de especies nidificantes como estas gaviotas picopinas
Gaviotas picofinas  (Larus genei)
Gaviota picofina adulto y pollo pidiendo comida
 
También hay importantes colonias de las llamadas golondrinas de mar:
Charrán común (Sterna hirundo). Adulto en el centro y tres inmaduros.
 
Dos charranes comunes y, abajo, un  charrancito (Sternula albifrons)
 
Charranes patinegros  (Sterna sandvicensis)


La cigüeñuela común o el flamenco también son habituales 
 
 
El Embalse de El Hondo (o el Fondo) es otra de las zonas húmedas alicantinas de importancia internacional en este caso de aguas salobres. Las aguas son bombeadas desde la desembocadura del río Segura:
 
Donde se encuentran varias especies escasas y muy amenazadas entre las que destacan:
Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides)
 
focha cornuda (fulica cristata)
 
o la escasísima cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris)
Entre otras muchas especies:
Elche y Santa Pola, entre el 23 y 27 de junio de 2015.