martes, 30 de septiembre de 2014

PALACIO DE VALDELÁGUILA


Foto 1: PALACIO DE VALDELÁGUILA.

“LA FONDA”, ARÉVALO (ÁVILA)

Foto 2: Detale de arcos y escudo de la torre del palacio.
Texto y fotos: Luis José Martín García-Sancho.
Estupendo ejemplo de palacio renacentista, conocido popularmente como "La Fonda". Fue construido con ladrillo mudéjar a finales del siglo XVI por orden de Miguel de los Santos Teijeiro y Juana de Tapia y Meléndez, segundos marqueses de Villasante y Condes de Valdeláguilla(1). El edificio perteneció a esta noble familia hasta 1874, año en el que el Marqués de Villasante, Vicente Tejero y Tapia, fue desterrado a Portugal por participar en la tercera guerra carlista que pretendía derrocar al monarca Amadeo I y subir al trono al Duque de Madrid, D. Carlos, con el nombre de Carlos VII, que estaba exiliado en Francia por ser el sucesor dinástico de D. Carlos de María Isidro, hermano de Fernando VII, tío carnal, por tanto, de la reina Isabel II y causante de las dos anteriores guerras carlistas contra Isabel II porque la derogada Ley sálica le reconocía a él como sucesor de su hermano el rey Fernando, que había muerto sin descendencia masculina. Esta tercera guerra carlista (1872-1876) ocurrió en un momento muy convulso en España. Tras haber sido derrocada la reina Isabel II en 1868 para instaurar una monarquía insólita, subiendo al trono a un rey italiano con el nombre de Amadeo I de Saboya, los partidarios del pretendiente carlista a la corona vieron su oportunidad y se sublevaron en varios puntos de España, especialmente en Navarra, País Vasco y Cataluña. La prueba monárquica con Amadeo I duró muy poco y el 11 de febrero de 1873, en plena guerra carlista, se instaura la efímera I República, que ve su fin el 29 de diciembre de 1874 tras la restauración borbónica en España en la cabeza de Alfonso XII.
Foto 3: detalle del torreón y el ala oeste del palacio con patentes grietas.
Al poco tiempo de ser exiliado Vicente Tejero y Tapia, compra el palacio Genaro Rodríguez, un poderoso empresario arevalense que lo transforma en hotel, aunque antes fue residencia de estudiantes regentada por Pablo Delgado. Al morir sin descendencia en 1930, hereda el edificio su sobrino Toribio Martín Rodríguez, casado con Cruz, que establecen su vivienda en la planta baja del ala sur del palacio. Este empresario se queda también con los coches de caballos que iban a recoger viajeros a la estación de Arévalo para traerlos a la Hostería del Comercio, que fue el nombre del palacio desde 1910 hasta su cierre en 2007.

Al morir Toribio Martín y Cruz, la propiedad pasa a su hija Petra Martín casada con Pedro Sanz, un profesor de instituto represaliado por la dictadura franquista tras la guerra civil y que conoce en prisión al, también represaliado y maestro, Hilario Díez Martín. Al no gozar Pedro Sanz de buena salud, Hilario le ayuda a llevar algo mejor su presidio político y entablan una buena amistad. Seguramente por eso al salir de la cárcel se juntan en Arévalo, donde Hilario se dedica a la enseñanza y se casa con Hortensia Núñez. Debido a su amistad con Pedro Sanz y Petra Martín, la nueva pareja establece su residencia en la planta baja del ala sur del palacio, donde antes ya habían vivido los padres de Petra Martín. Hortensia, fotógrafa de profesión, ubica su estudio en una de las dependencias de su casa. Por lo que, durante bastantes años el palacio de Valdeláguila fue hostal, restaurante, parada de coches de la estación, estudio fotográfico y vivienda de los arrendatarios. El hostal en ese momento lo regentaba la familia Jiménez Martín como arrendataria. Lo dirigió desde 1933 hasta su cierre en 2007. Primero fue titular Fausto Martín que lo llevaba junto a su hermana Felipa. A la firma del contrato se quedaron con todos los trabajadores de la fonda y, también, con dos cocheros que iban a la estación a recoger a los viajeros, generalmente viajantes de comercio, y sus voluminosos equipajes de baúles y maletas, de ahí el nombre de Hostería del Comercio. Aunque al poco tiempo los dos hermanos se separan: Fausto se hace cargo del Café Central y Felipa toma las riendas del Hostal junto a su marido  Mariano Jiménez. Años más tarde su hijo Julio Jiménez Martín asume la dirección de La Fonda junto a su mujer Pepita Zancajo que regentan este afamado establecimiento hasta su cierre. (Foto 6).

En este último periodo, al morir sin descendencia Petra Martín y Pedro Sanz, hereda el palacio su sobrino e hijo adoptivo, León Merino Sanz, casado con María Jesús Sanz Rodríguez, que son los últimos propietarios arevalenses, hasta que en 2007, antes de morir León, venden el edificio completo a  la constructora Reydeba. Al arruinarse esta empresa y entrar en concurso de acreedores, Bankia es la actual propietaria del palacio.

Descripción del palacio de Valdeláguila

El palacio consta de dos alas perpendiculares unidas mediante un magnífico y original torreón (foto 1). Su material constructivo es, principalmente, el ladrillo mudéjar unido con argamasa de cal y arena, con algunos paños de mortero de cal y otros de piedra caliza irregular, conocida localmente como rajuela, utilizada en la cimentación y, seguramente, para aligerar peso en los muros.

El ala sur se extiende desde el torreón por la calle Principal de la Morería hasta su cruce con la calle Figones.
Foto 4: Ala sur del palacio a la calle Principal de la Morería.
La fachada este del ala sur da a la calle Principal de la Morería y costa de dos plantas y sótano.

- El Sótano tiene abiertas tres ventanucos a esta calle. (Foto 4).
Foto 5: Puerta principal del palacio.
- La primera planta tiene siete ventanas provistas de enrejado de hierro (Foto 4), dos de ellas son balcones sin voladizo, y, además, tres puertas: La principal, de doble hoja con un original y robusto dintel de ladrillo con acabado ondulado (foto 5), que da paso a un amplio y hermoso portalón con una gran escalera de madera por la que se accede a la segunda planta y dos puertas, de las cuales la de la izquierda da paso a la que fue vivienda de Toribio y Cruz, primero y de Hortensia e Hilario después. Este portalón fue restaurado con muy buen gusto en la década de 1990 cuando La Fonda estaba regentada por Julio Jiménez y Pepita Zancajo (foto 6). Luego, hacia el final de este ala, tiene una pequeña puerta de servicio y al fondo, después de una alta tapia de adobe y ladrillo, una gran puerta carretera esquinada, que hace años fue de madera y ahora es metálica, que da paso a lo que fueron las cocheras y cuadras del palacio y a tres patios.
Foto 6: portal y entrada principal al palacio.
- La segunda planta tiene también siete ventanas (foto 4), cinco de ellas balcones con voladizo, una ventana, la primera desde la torre, con rejilla de tablillas horizontales de madera y otra, la última, con dos hojas corredizas.
Entre la primera planta y la segunda, muy cerca del torreón existe un pequeño ventanuco de una sola hoja de madera y una sencilla reja en forma de cruz (Foto 4).
La fachada a la calle Principal de la Morería (foto 4) es distinta al resto del palacio y se asemeja a las casas mudéjares clásicas con paños enfoscados separados por hileras de ladrillo visto, siendo la parte más baja, la del nivel de la calle, de piedra caliza irregular unida con argamasa de cal y arena a modo de zócalo.
La parte sur del ala sur está rematada por una galería acristalada que amenaza ruina, seguramente un añadido posterior a la obra original. (foto 7).
Foto 7: Mirador del ala sur
La fachada oeste del ala sur da a uno de los patios interiores y está orientada hacia el río Arevalillo. Tiene tres plantas,
Foto 8: fachada oeste del ala sur del palacio.
 - La baja al mismo nivel que el patio con dos grandes e interesantes arcos de ladrillo sin puerta que dan acceso a un portal o porche (foto 9). A la izquierda de estos dos arcos una puerta con tres escalones y dos ventanas, una a cada lado. También hay un pequeño ventanuco de ventilación de la bodega. A la derecha de los dos grandes arcos, hay una puerta y una ventana. (foto 8, 9 y 19).
Foto 9: detalle de la fachada oeste del ala sur del palacio.


- En la primera planta hay cuatro ventanucos cuadrados y una galería compuesta por dos vidrieras de cuatro hojas cada una. (fotos 8, 9 y 19)
- En la segunda planta hay seis balcones sin voladizo, de los cuales, solo el cuarto y el sexto tienen colocadas las hojas de las ventanas, el resto han sido retiradas, con el riesgo que conlleva por la entrada de agua, hielo y aire que, sin duda, pueden acelerar la ruina del edificio. (Fotos 8, 9 y 19).

Toda esta fachada está construida de ladrillo mudéjar visto.

El ala oeste del palacio costa de cuatro construcciones consecutivas y se abre hacia el rincón del diablo en su fachada norte. (Foto 10).
Foto 10: Fachada norte del palacio al del Rincón del Diablo.

- La primera es la más próxima al torreón (fotos 10 y 3). Tiene dos plantas y sótano que, en realidad, por esta calle del rincón del diablo es una entreplanta. El sótano tiene dos ventanucos cuadrados uno de ellos tapiado recientemente. La primera planta de esta primera construcción tiene cuatro balcones sin voladizo. Y la segunda planta tiene tres balcones con voladizo. Toda la fachada está enfoscada aunque en múltiples desconchones se aprecia la factura de ladrillo macizo de sus muros. Solo la parte más baja, a modo de zócalo, está hecha con piedra rajuela unida con argamasa de cal y arena. La cornisa de arquitos de esta construcción (fotos 3 y 11) es diferente a la del resto del palacio, lo que puede suponer una construcción o reconstrucción posterior, y eso podría ser la explicación de los restos de un apoyo en ladrillo existente sobre la cubierta actual. (Foto 11).

Foto 11:  en el centro, resto de un apoyo a una cubierta más antigua en el ala oeste y, abajo, detalle de cornisa de arquitos. También se aprecia una gran grieta en el torreón.

- La segunda y tercera construcción son dos naves adosadas y a dos alturas en cuanto al muro exterior, aunque comparten el mismo tejado de uralita.Tienen tres y dos ventanucos, respectivamente. La fachada presenta paños enfoscados separados por hileras de ladrillo de diferentes grosores. (foto 10).

- La cuarta construcción del ala oeste se encuentra sobre la misma ladera del río Arevalillo (foto 12). Tiene dos únicas ventanas en la fachada oeste y presenta dos grandes contrafuertes de ladrillo que se levantan desde las cuestas para sujetar la estructura. Esta última dependencia se encuentra en avanzado estado de ruina con más de la mitad del tejado hundido y con su muro sur derrumbado. Respecto a la fachada, en mitad inferior presenta paños de piedra rajuela unida con argamasa de cal y arena y sin enfoscar separados por hileras de ladrillo y en la mitad superior paños enfoscados también separados por hileras de ladrillo.
Foto 12: Ruinas de la cuarta construcción del ala oeste. Al fondo, restos del lienzo sur la muralla medieval, incluida en la Lista Roja del Patrimonio.

El torreón es lo más notable y llamativo del palacio y, seguramente, la parte que ha sufrido menos transformaciones y que, por tanto, presenta una estructura similar a la de sus inicios a finales del siglo XVI. Es una torre de planta rectangular de cuatro alturas desde el nivel de la calle, cinco si contamos el sótano, cuyo último piso es un original mirador abierto en tres de sus caras, ya que la cuarta cara está tapada por una escaleta exterior que da acceso a las diferentes plantas de la torre.

Foto 13: Detalle de la torre del palacio. 
Del sótano solo se aprecia un pequeño ventanuco abierto en su cara norte. (Fotos 1 y 10)

La primera planta presenta un único balcón sin voladizo en su cara norte. En la cara este debió de existir una ventana idéntica pero que fue tapiada con ladrillo pues aún se aprecia su dintel en la fachada. (Fotos14 y 10).
Foto 14: detalle de la primera y segunda planta del Torreón
La segunda planta presenta un balcón con voladizo en su cara norte e, igualmente, en la cara este debió existir un balcón idéntico pero que fue tapiado con piedra rajuela separada por hileras de ladrillo mudéjar. Aún se aprecia en la fachada el dintel de la misma. (foto 14 y 10).
En la tercera planta hay dos bellas ventanas acabadas con arco de ladrillo de medio punto que se abren a su cara este. En la cara norte debieron existir dos ventanas idénticas pero están tapiadas con ladrillo mudéjar. Aún se aprecian los dos arcos ciegos de medio punto en ladrillo. (foto 13 y 15).
Foto 15: detalle de antiguas ventanas con arco de medio punto tapiadas.
Quizás lo más llamativo, y que marca la diferencia con otros palacios existentes en Arévalo, es su cuarta planta que está abierta, a modo de mirador, por once arcos de ladrillo sustentados por catorce columnas de granito (foto 16). Al ser rectangular, las dos caras más largas son la este, orientada a la calle Principal de la Morería, y la oeste que mira hacia las cuestas, tienen cuatro arcos apoyados en cinco columnas, tres de fuste cilíndrico y capitel jónico completo y las dos de los extremos, al estar adosadas al muro, se encuentran partidas a la mitad tanto en el fuste como en el capitel. Y la cara norte, orientada al rincón del diablo, que junto con la sur es más corta que las dos anteriores, tiene tres arcos apoyados en cuatro columnas de características similares a las descritas. Solo la cara sur de la torre no posee arcos al tener adosada por el exterior la escalera de acceso a las distintas plantas de la torre, una obra que parece de factura posterior a la torre (Foto 1). Un dato característico de la condición palaciega y nobiliaria del edificio son los cuatro escudos de granito localizados en la torre tanto en la cara este como en la norte a la altura de los arcos y cerca de las esquinas que representan a las familias que fueron sus primitivos propietarios, los condes de Valdeláguila y marqueses de Villasante (Fotos 2, 13, 16 y 20).
Foto 16: detalle del cuarto piso de la torre.
La fachada de la torre es de ladrillo visto, a excepción de la parte más baja construida a modo de zócalo en piedra rajuela unida con argamasa de cal y arena y algunos paños de piedra rajuela separados por dos hileras de ladrillo situados a la altura del primero y el segundo piso de la torre. Además tiene tres grandes sillares granito situados en la parte más baja de la esquina que da a la calle de San Juan. (fotos 1, 10 y 14)

Estado actual del palacio.
El palacio fue comprado por una constructora para convertirlo en apartamentos.  Ahora ese proyecto se ha paralizado y el edificio entero se encuentra vacío y sin mantenimiento alguno. Aunque a primera vista el estado del edificio parece bueno, una visión más detallada ofrece serias y preocupantes deficiencias.

En primer lugar un edificio de esta antigüedad y estas características necesita una vigilancia y mantenimiento, si no constantes, si frecuentes y, como ya se ha dicho, actualmente el palacio se puede considerar abandonado.
Fotos 17 y 18: Detalles de las grietas y humedades existentes en la cara norte y este de la torre
 
Este abandono y falta de vigilancia está provocando que pequeñas grietas se agranden con el paso del tiempo. Así, entre otras muchas distribuidas por todo el edificio, en el torreón se aprecian preocupantes grietas que bajan desde la cornisa hasta los arcos de ladrillo, alguna de ellas con evidentes signos de humedad o con desplazamientos de ladrillos. (Fotos 17, 18, 11 y 3). Muy preocupantes son las grietas existentes en el ala norte que ya dañan a una gran parte de su estructura. (Foto 3).
En otros casos la ausencia de hojas en las ventanas o balcones están provocando que la entrada de agua, aire o hielo dañen seriamente la estructura interior de techos y suelos (Foto 19)
Foto 19: Detalle de la fachada oeste del ala sur

También la falta de vigilancia y mantenimiento en las cubiertas del palacio está provocando que viejas y nuevas goteras se conviertan en un riesgo palpable y cercano del hundimiento de las mismas, tal y como ya ha pasado en otros edificios históricos de Arévalo como el colegio de los Jesuitas o el cercano palacio de los Gutiérrez Altamirano, por citar solo dos ejemplos recientes.
Sería una verdadera pena y una humillación más para Arévalo que un ejemplo tan notable de la arquitectura civil mudéjar y renacentista se pierda por la inacción de unos y la indiferencia de otros. Ahora aún se puede intervenir, si no más tarde habrá que lamentar, como casi siempre.

En Arévalo, a 30 de septiembre de 2014.
Por: Luis José Martín García-Sancho.
 
Nota: con esta misma fecha se ha solicitado a Hispania Nostra la inclusión del palacio de Valdeláguila en la LISTA ROJA DEL PATRIMONIO
(1): Gerra R., Oviedo C., Ungría R., Delgado P. y del Río P. 1993. Arévalo y su Tierra.
Quiero agradecer la información facilitada por Julio César Martín Oviedo, mi padre, y Julio Jiménez Martín, último propietario de la Hostería del Comercio.
 
Foto 20: detalle de la torre del palacio.
 
Todas las fotos son del 27 y 24 de septiembre de 2014, excepto la 6 que es de octubre de 2007 y son propiedad de  Luis J. Martín.
 
Nota posterior:
El 30/10/2014 la asociación Hispania Nostra ha incluido el edificio en la LIsta Roja del Patrimonio:
 
Entrevista en Radio Adaja:
 
Enlaces relacionados:
- PATRIMONIO AREVALENSE: ¿CONSERVADO O ABANDONADO?
- ARÉVALO DE ALTIVAS TORRES Y HUMILLANTES RUINAS:
- Y EL PUENTE CAYÓ:
- UN COLEGIO CON HISTORIA EN RUINAS:
- DESMURALLAR NO VIENE EN EL DICCIONARIO:


3 comentarios:

  1. Nuevamente, ¿tendremos que lamentar la pérdida de patrimonio histórico y artístico?

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  2. Interesantísimo artículo, Luis José. Otro ejemplo de abandono en el riquísimo patrimonio arquitectónico arevalense. Desgraciadamente, son muchos los casos similares ahí.
    Un saludo.

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  3. A raíz de este artículo, en el mes de abril se pusieron en contacto conmigo un grupo de tres jóvenes arquitectos que querían hacer su proyecto fin de máster sobre el palacio de Valdeláguila. Según me explicaron, pretendían hacer un estudio pormenorizado del palacio conocido hasta hace poco como "La Fonda", el trabajo consistiría en un estudio completo del edificio, de su patología y un posterior proyecto de rehabilitación. Sería un proyecto sin ningún fin lucrativo con lo que la información podría ser aprovechada posteriormente. Les facilité el contacto para poder dialogar con sus actuales propietarios pero, al parecer, les pusieron pegas para acceder al inmueble. Lástima, una inmejorable oportunidad perdida:

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